La alta productividad
conseguida
en las modernas plantas curtidoras ha permitido conseguir mayor cantidad
de piel de alta calidad a mejores precios.
Expresando esto de otro modo, digamos
que los antes y las napas de calidad superior hayan pasado
de ser una producción minoritaria a ser una producción masiva.
Así los diseñadores y confeccionistas han podido crear una
nueva línea de moda, el prêt-á-porter en piel,
que nació en los años setenta y se ha desarrollado con gran
dinamismo en sólo treinta años. El prêt-á-porter
en piel es un sector industrial y comercial específico, de gran
importancia en el mundo de la moda, de tanto interés como el prêt-á-porter
textil.
La alta productividad de las factorías
ha permitido que esta industria sea capaz de absorber íntegramente
o, al menos de una forma satisfactoria, lo que en realidad es el subproducto
de otra; hablamos aquí de la piel sin pelo, es decir, el cuero.
Esta es una cuestión que no atañe propiamente al mundo de
la moda pero que bien vale la pena hacer una consideración al respecto,
aunque ello tome cierto tiempo y espacio en este tratado. Estamos actualmente
en una etapa de fuerte crítica de carácter ecologista contra
el uso de pieles en la indumentaria. Desde luego que esa crítica
va sobre todo contra la piel de pelo, pero por extensión espontánea
del fenómeno también el uso del cuero sufre en parte las
consecuencias de esta contrariedad. Al decir en el párrafo anterior
que la alta productividad de las modernas factorías de piel ha permitido
absorber ese voluminoso subproducto de los mataderos, que es nuestra materia
prima, es equivalente a afirmar que nuestro sector ha retirado del ciclo
biológico un deshecho industrial difícil y costoso de eliminar
y que lo ha reciclado con tal perfección que lo ha convertido en
un bien no sólo útil sino, y además, de gran
demanda, hasta el punto de convertirlo en producto de moda de consumo generalizado,
la moda en piel.
El profesional del sector piel debe
ser plenamente consciente de este valor añadido, de carácter
ecológico y cultural, además de industrial, que significa
el producto de moda en piel. Ser consciente el profesional del sector
y, a su vez, el usuario final del producto, hará que la sociedad
tome plena conciencia de esta realidad y que la crítica ecologista
quede en sus justos términos. Mientras el consumo de carne sea parte
fundamental de nuestra dieta alimentaria el consumo de la piel, su uso,
será un hecho inherente a nuestra cultura y nuestra forma de vida.
Queda únicamente por solventar
la limpieza de la actividad curtidora para afirmar que la
peletería es una de las industrias más limpias de
cuantas se sirve la sociedad moderna. Pero la depuración de los
residuos industriales de las tenerías ya es algo perfectamente factible
y asequible para el sector; incluso completamente regulado por las leyes,
sin otras necesidades más que la de cumplirlas y hacerlas cumplir.