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El Tang su, historia de la
dinastía Tang (626-907), habla del comercio
creciente que en su época se da entre China y Occidente, bien por
las rutas de caravaneros o por su industriosa isla de Ceilán, por
donde llegaron varias embajadas diplomáticas hasta la corte china.
A mediados del
siglo XII, san Bernardo predica en
Vézelay la segunda cruzada para ayudar a los cristianos de Levante.
Pero los cruzados católicos de Europa no se llevan bien con los
otros cristianos bizantinos, calificados de semiherejes por Roma. En tales
circunstancias, el rey de Sicilia Roger II saquea los territorios bizantinos
de Eubea, Tebas, Corinto y Atenas; allí hace prisioneros a algunos
obreros de la seda para llevarlos a Palermo y obligarlos a trabajar para
él. Aún hoy se conservan tejidos salidos de esta fábrica
de Palermo (finales del XII).
A España había llegado la seda con los árabes,
a partir del siglo VIII; no sólo los tejidos sino la
sedería, es decir toda la industria de la seda. La huerta murciana
fue, con la dominación árabe, el centro de cultivo de seda
más importante de toda la Edad Media europea. Granada y Toledo fueron
factorías y mercados importantes de los tejidos de seda; en Sevilla,
hacia el 1150, las factorías sumaban los 6.000 husos; en esos años,
los comerciantes genoveses firman un tratado -desagradable al Papa- de
comercio sedero con el rey musulmán de Valencia. Pero de la seda de Valencia
hablaremos más adelante, puesto que ésta no está relacionada
precisamente con la Ruta de la seda.
Con todo, y a pesar de que por Ceilán
habían llegado misiones comerciales y diplomáticas a China, los árabes
jamás permitieron a los cristianos llevar sus naves hasta el océano
Índico; sólo podían rodear el imperio musulmán por el norte: Armenia,
Crimea y el Cáucaso. En esa dirección partieron, hacia el 1254, dos
hermanos mercaderes venecianos, Nicolo y Maffeo Polo; pasaron por
Constantinopla, Armenia y Persia y llegaron al palacio del Khan Berca, en
el gran Katay, denominación que durante largo tiempo evocaría el norte de
China, antes llamado el país de los Seres por los occidentales.
Por lo general, a las regiones
septentrionales de China se accedió por tierra; y se accedió por mar a la
China del sur. Pero los chinos eran más remisos a la influencia cristiana
que los mogoles. Los soberanos mogoles oyeron hablar del cristianismo y se
interesaron por el rumor de un alimento sagrado que a los cristianos les
daba la inmortalidad. Los hermanos Polo, acompañados por su sobrino Marco,
llevan a Kubilai Khan óleo sagrado del santo sepulcro de Jerusalén.
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