Al terminar correctamente
el proceso del lavado en seco, las prendas están secas y libres
de disolvente. En esta etapa es fácil asesorar sobre el tratamiento
adecuado posterior; por ello es muy importante hacer una cuidadosa inspección
de cada una de las prendas.
Como se ha indicado anteriormente,
puede verse fácilmente cualquier desgarro o mancha (debido al uso),
variación del color y otros efectos superficiales. Quizás
el hecho más importante lo constituya la posibilidad de identificar
y evaluar los aspectos del tratamiento al alcance del tintorero, facilitando
así la aplicación de los procedimientos y técnicas
más correctas.
Es imprescindible que este proceso
sea controlado correctamente por empleados experimentados y adiestrados,
ya que es muy importante la clasificación precisa de las prendas
para su planchado, reacabado, y sobre todo el pulverizado del color, para
conseguir resultados aceptables.
Después de la inspección,
debe recuperarse del separador de botones cualquier botón o adorno
para colocarlos correctamente en la prenda correspondiente.
Una vez concluido el ciclo de inspección,
las prendas han de colgarse y acondicionarse durante una hora, antes de
empezar cualquier otro tratamiento.
Es posible que las manchas que no
se han eliminado durante el lavado en seco necesiten el post-desmanchado
(o desmanchado químico). La gama de reactivos a utilizar en las
pieles es mucho más reducida que en los tejidos textiles. Es recomendable
comprobar en la lista de aceptación que el cliente haya dado su
consentimiento y acepte los riesgos del tratamiento. Los ácidos
fuertes, como el fluorhídrico (que quita la oxidación), dañan
irreparablemente la piel. Es mejor evitar el uso de soluciones altamente
alcalinas debido al riesgo de sangrado del color. Los disolventes orgánicos
que contengan acetona y disolventes metilados, tienden a provocar la dispersión
del colorante y aceite, dándole un aspecto poco uniforme.
El uso del equipo o kit de desmanchado
es algo arriesgado; son bastante seguros en los tejidos pero pueden contener
reactivos inadecuados para la piel.
La piel es altamente sensible al
tratamiento químico, por lo que debe comprobarse siempre su reacción
en zonas no visibles o en un retal. Incluso en el caso de que el resultado
de la prueba parezca satisfactorio, si el tratamiento lo realiza un operario
inexperto pueden producirse diferencias de color y otros daños.
El desmanchado, incluso, de pequeñas zonas puede provocar la dispersión
de la sustancia diluida y su posterior absorción en otra zona más
grande, dando a la piel un mal aspecto.
Es mejor hacer el desmanchado antes
del lavado en seco para evitar las manchas de aureolas. Los residuos de
éstas se eliminan durante el lavado con disolvente. |