1.
Áreas anatómicas de la
piel. 1.1
Otras normas de división de las áreas anatómicas de la piel. 2.
Defectos de las pieles en bruto. 2.1.
Defectos típicos
de la raza. 2.2 Defectos producidos por accidentes y enfermedades. 2.3
Defectos producidos
por parásitos. 2.4
Defectos producidos en el matadero. 2.5
Defectos
producidos por acción mecánica. 3.
identificación
del curtido. 3.1 Superficie de la flor. 3.2
Superficie de carne. 4.
Estructura
interna de la piel. 4.1
Estructura horizontal por capas. 4.2
Variaciones
de estructura en una misma piel. 4.3
Variaciones de estructura en las pieles
de animales distintos.
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4. Estructura
interna de la piel
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Estructura horizontal por capas
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Variaciones de estructura en una misma
piel
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Variaciones de estructura en las pieles
de animales distintos
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4.3 Variaciones estructurales
de las pieles
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La forma en que una lámina
de piel se dobla y pliega al ser encorvada fuertemente se llama quiebre
de flor.
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La finura del quiebre de flor
está
relacionada con la firmeza del tejido y la unión entre la capa de
flor y el corium. Si hay discontinuidades frecuentes entre estas capas,
cada una de ellas puede levantarse y formar gruesos pliegues al encorvarse
el curtido, produciéndose así el mal quiebre mencionado en
el apartado anterior.
Las pieles de oveja de lana fina tienden a ser
flojas, ya que el tejido entre la capa de flor y el corium está
debilitado por la densidad de fibras lanosas, por las glándulas del
sudor y por la grasa. |
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Una piel de alta calidad exige
mantener los más altos niveles de firmeza y suavidad hasta el
acabado final, permitiendo la fabricación de un producto de moda
bien valorado en el mercado. Foto BASF Chemical Co. |
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La cantidad de grasa puede variar considerablemente
debido a la raza, comida y momento del sacrificio del animal, pudiendo variar la
flojedad del curtido. |
La flojedad reduce el grado
de calidad, por lo que el confeccionista debe decidir si utiliza o no un
área específica. Si decide que sí, debe elegir la zona de la prenda menos
visible, como el sobaco, el revés del cuello, el interior del bolsillo u
otras zonas similares. Si se utiliza una área floja en una solapa y una
firme en la otra, la prenda será invendible o dará lugar a quejas después de
lavarla en seco.
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La acción mecánica
aplicada a la piel puede aflojar las conexiones fibrosas entre estas dos
capas. Por lo tanto, en el proceso de lavado en seco, una vez que las piezas
estén secas y cálidas (después que el disolvente que
se utiliza en dicho proceso se haya evaporado), hay que evitar la acción
excesiva de abatanado. Este tipo de acción también puede
producir flojedad.
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Debido a que las pieles varían
en cuanto a su textura de afelpado y grado de flojedad, al cortar la prenda
es aconsejable igualar las piezas según estas variaciones, minimizando
así las posibles diferencias entre el corte izquierdo y el derecho.
Si el afelpado es flojo o basto, siempre será más aceptable
si las piezas contiguas son similares, y no desiguales, como serían
una pieza basta o floja y la otra compacta.
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El desarrollo natural en algunas ovejas
del tipo merino, hace que la capa de flor crezca formando pronunciadas
arrugas para acomodarse al desarrollo denso de la lana. Estas arrugas se
extienden desde el espinazo hasta el flanco, dando origen al término
amerinado o rielado.
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La calidad del curtido es perjudicada
por tales arrugas, ya que a menudo dejan huella en el lado afelpado, sobre
todo después del planchado a vapor posterior al lavado en seco.
Por lo tanto, es preferible igualar este rielado en piezas contiguas, colocadas
en partes de la prenda que no llamen la atención. Para hacerlo,
el lado derecho debería igualarse con el izquierdo, siendo las arrugas
simétricas. En caso de que no fuera posible, otra solución
es hacer del rielado un rasgo distintivo de la prenda.
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A menudo el curtidor clasifica pieles
de buena calidad en una categoría más baja, debido a que
un área pequeña del crupón no fue afelpada
o teñida satisfactoriamente. En esta zona hubo un absceso, provocado
por una inyección, que se curó en vida del animal. El tejido
nuevo es más denso, y por ello la calidad del afelpado o tejido
es distinto a la de los tejidos de su alrededor. Excepto por esta tara,
el resto de la piel puede ser de gran calidad y, si se corta adecuadamente,
podría ser utilizada en una prenda de alta calidad.
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Un problema que puede surgir en el serraje
afelpado del cuero bovino es el de las venas. Éstas aparecen como
surcos pequeños en el lado ante y marcan la trayectoria de un vaso
sanguíneo grande en la piel. Estos vasos están situados en
el lado carne y, en vida, cambian de diámetro según el flujo
de la sangre; de esta forma el tejido corium anexo es menos firme
para acomodarse a estas variaciones.
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En un serraje,
generalmente, hay suficiente corium firme encima del vaso
para que este cambio de estructura no produzca efectos en la superficie
afelpada.
Sin embargo, si se hace un serraje delgado, la línea del corte puede
atravesar estas zonas flojas y entonces sí que se observa la diferencia
en la superficie. Al doblarse el serraje durante su curtición, su
uso o lavado en seco, la estructura se afloja más y las venas llegan
a ser más visibles. Los serrajes con estas venas pertenecen a grados
de calidad inferior. El uso y, sobre todo, el lavado en seco acentúa
este defecto y ocasionan quejas.
Si durante la confección los
curtidos son igualados por su textura, calidad y aspectos distintivos (por
ejemplo, el rielado) y si se tiene en cuenta que unas zonas son más
aptas para ciertas partes de la prenda, se pueden evitar muchas quejas
del consumidor, lo que es provechoso para el confeccionista y para la tintorería.
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Recordemos
de la LECCIÓN PRIMERA
Dos cualidades
principales hacen confortable la piel, la capacidad de absorción
de agua y la microporosidad. Aplicadas a usos específicos, como el calzado, hacen que esa parte del cuerpo que vestimos y
protegemos fuertemente, el pié, tenga la posibilidad
de vivir de una forma tan natural dentro del calzado como si estuviera
fuera. Es decir, la piel del pié que viste un zapato de calidad
puede seguir manteniendo su grado de humedad natural, su temperatura propia
y su grado de oxigenación adecuado.
No es exagerado
decir de un zapato con piel de calidad, bien hecho y bien elegido, que
es como “una segunda piel”; tiene mucho de verdad, porque, la capacidad
de absorción de agua y la microporosidad permiten que el pie siga
respirando aun dentro de la piel del zapato: es piel transpirable.
La piel
deja de ser transpirable a medida que se van tapando los microporos con
la aplicación de capas de acabados sobre su superficie. Según
la norma internacional se considera que una piel puede llevar capas de
acabado hasta un máximo de 1/3 de su grosor total o hasta 0,15 mm
de espesor; por encima de estos límites ya no es una piel o cuero
normal sino cuero o piel cubierta. |
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Capítulo 3 / Conservación de la piel en bruto, para ser transformada
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