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En los flancos, las fibras se entrelazan
menos y el tejido es más flojo, con las fibras de ángulo
menor respecto a la superficie. En estos casos, la textura del curtido
es menos firme y con más tendencia al mal quiebre, y las fibras
del afelpado más largas. Esta tendencia se acentuaría con
la aplicación de una capa de polímero, por ejemplo, a la
entretela. Por ello, es poco conveniente utilizar la piel de los flancos
para las piezas centrales de una prenda o para paramentos de solapas exteriores.
La piel de los flancos no es necesariamente floja, exceptuando donde se
ha cortado el tejido fibroso, como es el caso de los serrajes del cuero
bovino.
Para la adecuada resistencia en el serraje
de este tipo, hace falta que las fibras se entretejan en el espesor del
serraje con la suficiente frecuencia. Esto ocurre en el crupón;
pero, cuando el serraje corresponde a las zonas flojas de los flancos,
las fibras se entretejen con menos frecuencia. Además, si la capa
carne horizontal (que refuerza el serraje) ha sido separada para conseguir
un serraje ligero, el curtido de los flancos será más débil.
Estas zonas se distinguen fácilmente
por su textura floja y largo afelpado. Se pueden emplear satisfactoriamente
en la confección siempre que sean utilizadas en zonas que requieran
poca resistencia, pero nunca en una sobaquera o en el delantero de los
pantalones. Al utilizarse este tipo de curtido afelpado, es aconsejable
apoyar el curtido en una entretela y en todos los puntos de la prenda en
que pueda producirse tirantez, por ejemplo, en la parte frontal de los
pantalones, entre los bolsillos.
Evidentemente, el adhesivo de la entretela
debe ser resistente al lavado en seco y al planchado a vapor.
Los cambios de estructura más
acentuados están en las ijadas, cuatro zonas pequeñas localizadas
entre las piernas y los flancos. Las fibras se entretejen de forma muy
floja, hasta tal punto que el curtido de estas zonas es el más débil
de toda la piel. Su tacto es fláccido y el afelpado es flojo y de
fibra larga. En las ijadas de la oveja no crece lana, sino pelos gruesos,
que en el curtido producen un cambio característico en el aspecto
de la flor. |