TECNOLOGÍA DE LA CONFECCIÓN TEXTIL

 (C) EDYM, España, 2007 - (C) Maria de Perinat, 1997

ISBN 978-84-88615-10-7

ISBN 84-88615-10-8

Depósito Legal V-4811-2009

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Capítulo 3
Las fibras naturales de origen animal /II

FIBRAS ANIMALES DE FOLÍCULOS PILOSOS. 1.1  La lana. 1.1 Historia y geografía de la lana. 1.2 Características morfológicas de la fibra. 1.2.1 Propiedades físicas1.3 INSTRUCCIONES DE CONSERVACION. 1.4 TIPOS DE LANAS. 2.  Los pelos. 2.1 Diferencias entre lanas y pelos. 2.2 Tipos de pelos.

Monopolio de La Mesta y la historia de la lana merina

Dada la importancia que la oveja merina tiene en la historia de la vestimenta, se nos antoja necesario describir a grandes rasgos el marco geopolítico en el que este bello animal aparece en tierra española y cómo, desde España, se extiende a las otras regiones laneras del mundo.
 

Antecedentes

Los árabes

Si nos situamos en el siglo VII encontramos la península de Arabia que, siendo en gran parte desértica, había conocido interesantes civilizaciones en sus regiones marginales más fértiles, y éstas se habían relacionado con otras limítrofes más consolidadas. Los reyes egipcios habían comerciado con el sudeste de Arabia, donde estaba el reino de Saba, de resonancias bíblicas. Por todos los tiempos, los árabes habían sido aplastados sin contemplaciones cada vez que los imperios del noroeste y del noreste decidieron ejercer a fondo su poder; pero ahora, aquellas tribus árabes de pastores nómadas se hallaban bajo jefes nuevos y dinámicos, viviendo un renacimiento religioso, justo cuando los reinos del norte apenas podían hacer más que sobrevivir.

El primitivo politeísmo árabe retrocedió, buscando una asimilación propia de las sofisticadas creencias judías y cristianas, que le eran vecinas. El artífice de esta asimilación fue un hombre llamado Mohammed (Mahoma, en español), nacido en La Meca hacia el 570, la ciudad santa de la tribus árabes. Mahoma predicó un monoteísmo basado en los dogmas del judaísmo y del cristianismo, adaptados al gusto y temperamento árabes. Sus predicaciones fueron recopiladas en un libro llamado Corán (de la palabra árabe que significa leer). La nueva religión predicada por él se llamó Islam (sumisión a los deseos de Dios). Pero, al igual que a Jesucristo, y como suele suceder, le ocurrió a Mahoma que tampoco fue un "profeta bien recibido en su tierra" y en el 622 tuvo que huir (hégira, huida en árabe) de La Meca a la ciudad de Medina, 350 millas al norte.

Mientras el último de los grandes emperadores cristiano-romanos de oriente, Heraclio, reconquistaba Jerusalén para la cristiandad, otro trascendental acontecimiento histórico se daba y apenas unas cuantas tribus árabes se dieron cuenta de ello: En Medina, Mahoma organizaba un grupo de seguidores enfervorizados con su nueva fe y con ellos regresó por fuerza a La Meca. En el 632, casi todas las tribus árabes estaban ya unidas bajo la bandera del Islam y dispuestas a difundir su fe con una fanática autoconfianza en nombre de Alá (palabra afín a la bíblica Él, que significa Dios). A Mahoma le sucede su suegro y discípulo Abú Bakr, el primer Califa (sucesor, en árabe).

Con el primer Califa, los ejércitos árabes avanzan a ocupar el Imperio Cristiano Romano de Oriente, por Persia y Siria. Ocupan Damasco en el 643. Además de su fe fanática, los ejércitos árabes poseen dromedarios y caballos criados en el desierto, y son infatigables. En el 638, la ciudad de Jerusalén, tras un asedio de cuatro meses, es también árabe como hasta nuestros días.

El dominio árabe y el Islam se asientan en Egipto el año 640. Los ejércitos árabes avanzan hacia Nubia, por el sur, y por el oeste, hasta ocupar las provincias romanas de la rivera mediterránea africana. Cartago cae en su poder en el 698. En el 706 el árabe pasa a ser la lengua oficial de Egipto.

En el 711 toda la costa norte de África estaba bajo el Islam arábigo. Pero este nuevo Imperio Islámico es ya demasiado grande como para permanecer unido. Aparecen los Califatos. Egipto permanece árabe, pero independiente.

El jefe árabe que conquista la región de lo que hoy es Túnez se llama Muza Ben Nusayd . Quien le sucede, su lugarteniente, es Tarik Ben Zigad, que es bereber y ya no es árabe. Los antiguos súbditos de Cartago y de Roma son ahora combatientes adeptos a los ejércitos árabes. Tribus bereberes son parte importante de este ejército con el que Tarik llega a la costa atlántica del Marruecos actual. En el lado sur del que ahora se llama estrecho de Gibraltar corre la fama de que en el lado norte hay un rico botín a capturar.

Hay una cuestión muy importante en la España que precede a la invasión árabe: la débil estructura política visigoda. Junto a ello, la lucha por la sucesión entre los dos último reyes godos, Witiza y Don Rodrigo. Los witizanos (se dice) llamaron a los guerreros árabes de Marruecos para ayudarles contra el nuevo rey Rodrigo; pero esto no es más que una anécdota. Los imparables árabes conquistarían las tierras españolas a la misma velocidad y con el mismo ímpetu que conquistaron Arabia entera y todo el norte de África. Pero este nuevo Imperio Islámico es ya demasiado grande como para permanecer unido. Aparecen los califatos. Egipto permanece árabe, pero independiente en el 866. El Califato de Al Andalus y en general el poder árabe - español  ha tenido una gran importancia en el mundo islámico: Pero es necesario tener en cuenta que una clara división entre bereberes y árabes en las tierras ocupadas en España se mantuvo durante su larga ocupación. Los árabes ocupan las ciudades y los latifundios godos, mientras que los bereberes se asientan en las sierras y se dedican a lo que siempre hicieron en el África de su procedencia (el Magreb): al pastoreo y a una agricultura no latifundista. Para el siglo X, tenemos que los árabes han llegado a la península en expediciones militares (árabes, sirios y yemeníes) y político-administrativas, mientras que los bereberes llegan en oleadas de inmigrantes; y son gentes incorporadas al Islam con cierta limitaciones impuestas por los árabes.

Durante la presencia musulamana en España, los nuevos musulmanes de Marruecos y del Atlas siguen organizándose y creciendo en importancia política. Además de estar presentes en las sucesivas migraciones a la península Ibérica, también son utilizados por los reyes de Al Ándalus para defenderse del empuje de la reconquista por los cristianos. Cuando el Rey Alfonso VI reconquista Toledo, el pueblo bebeber que viene en ayuda de los califas españoles es el almorávide; la ayuda es victoriosa y regresan a África, pero diez años más tarde regresan y se adueñan de Al Ándalus. Así se forma la España almorávide, que dura hasta el 1147, que es sustituido por otra potencia bereber, tanto en África como en Al Ándalus: los almohades. En el 1224, los benimerines, otro pueblo bereber aun más belicoso se impone a los almohades y se adueñan también de Al Ándalus. Los benimerines fueron derrotados finalmente por el rey de Castilla Alfonso XI, aliado con Portugal (cuyo rey, a la sazón, era su suegro) en el año 1340, en la batalla del Salado (Cádiz); los taifas musulmanes en España quedaron reducidos al reino de Granada. En el 1492 terminó el poder musulmán en la península ibérica.

 

La oveja merina en España

Aquella sociedad arábiga de pastores nómadas va a conocer las virtudes de la agricultura en las fértiles tierras del valle del Nilo; en ninguna otra nación de la historia antigua la agricultura tuvo tan trascendental importancia, y fue el soporte de una de las más avanzadas civilizaciones durante más de 3000 años. Los nombres dados a las sucesivas dominaciones musulmanas en Iberia son castellanizados, derivados a esta lengua desde el nombre del pueblo en su origen. De estos nombres, el de los benimerines es quien entra en la historia de la lana, que nos ocupa aquí. Es más probable que fueran los bereberes y no los árabes quienes trajeran a España bienes procedentes de su lugar de origen, por la sencilla razón de venir a tierra ya conquistada. Es de común admitido que los benimerines trajeron a España la oveja a la que se dió el nombre de merina. Es muy probable que esta raza ovina ya existiera en los rebaños de los árabes, aquellos experimentados pastores que les impusieron su religión; y que los antiguos pastores de arabia trajeran pastando sus ovejas más preciadas por toda la rivera del sur mediterráneo. No conocemos datos ciertos para afirmar que la oveja merina llegara a España con los ejércitos y los inmigrantes benimerines. a favor de esta suposición está el hecho de que la organización de La Mesta toma carta de naturaleza real con Alfonso X El Sabio el año 1273, y no parece que sea casualidad, justo a mitad de la permanencia de los benimerines en Al Ándalus (ya los ganaderos antes venían organizándose y reuniendo en concejos llamados mestas). Pero, en definitiva, hay una razón que por sí sola es suficiente para admitirlo; y es que la historia de La Mesta no lo desmiente.

 

La trashumancia

Algunos investigadores, en los último tiempos, son contumaces críticos con la política económica de los Reyes Católicos, por su apoyo a la industria y comercio de la lana, en detrimento, según sus teorías, del desarrollo de la agricultura. Pero tamaño esfuerzo en esta crítica no tiene un verdadero rigor histórico. Convertir el descontento de los cultivadores por los abusos de los pastores en algo como tesis de error político es demasiado banal para ser tomado en serio. Que los reyes favorecieran a La Mesta, su comercio e industria, para recaudar impuesto es sencillamente de un sentido común político. Los RR CC favorecen La Mesta porque es una sólida y eficaz organización ganadera e industrial, generadora de una riqueza incomparable a todas las demás fuentes de riqueza que existen en la España de esa época.

En cuanto a la importancia de la ganadería comparada con la agricultura, para comprenderla no es necesario ener en cuenta más una sola circunstancia: la reconquista. El permanente estado de guerra de una tercera parte de todo el territorio peninsular es obvio que no favorece la agricultura. Al contrario: la imposibilita. En cambio la ganadería, y especialmente la ganadería de pasto libre y elementeal, como la ovina, es la única capaz de sobrevivir. En ese amplísimo territorio "tierra de nadie" sólo los ganados de ovejas y de cabras podrían subsistir, acomodándose a un costante mudar de pastos, según avanza o retrocede la posesión de las tierras por unos amos u otros, musulmanes o cristianos. Así pues, no sólo la ganadería lanar, también la transhumancia, ambas son fruto natural de las circunstancias de la época. Que, con el tiempo, la transhumancia se convirtió en costumbre y más tarde en tradición muy arraigada; y que ésta se reforzó con leyes, derechos y prerrogativas, también es cierto. Pero eso ya es otra historia.

 
 

La Mesta y la lana merina en el mundo

Antes del reinado de Isabel de Castilla (Isabel La Católica), la ancha Castilla estaba sometida a unos poderes fuertemente feudales. Este sometimiento era mucho más fuerte en la Galicia de entonces y, en situación parecida, gran parte de Aragón. Los grandes señores, desde sus castillos, dominaban un gran territorio, incluyendo en ese dominio los pobladores y las riquezas que en ellos había. El Consejo de La Mesta es un poder más del sistema feudal que limitaba vigorosamente los poderes de la corona. Hasta tal punto el poder de La Mesta era fuerte que en verdad monopolizó todo lo relativo a la lana en España e incluso fuera de España respecto a la lana de la merina española.

Hay dos teorías para la etimología del nombre de merina o merino, para designar a la oveja de esta especie, a su cría y a su gran producto: la lana merina. Según una, el vocablo merino proviene no de los benimerines que trajeron la oveja a Iberia sino del calificativo vulgo-latino majorinus, dándonos a entender que, puesto que el asunto de la lana era cuestión de tanta importancia, era asunto del major o delegado de La Mesta para la fiscalización de la merina y su lana en cada una de las comarcas. Sea o no cierta esta teoría etimológica, lo que sí es cierto es que La Mesta ejerce un poder definitivo en la historia mundial de la lana merina. España / La Mesta ejerció un verdadero monopolio de lana fina durante cuatrocientos años (siglos XI al XVI) en su comercio con Flandes e Inglaterra, que era una gran fuente de ingreso para Castilla en la Baja Edad Media. La totalidad de la cabaña merina (o casi) era propiedad de los señores feudales (y luego la nobleza) y de la Iglesia. Sus rebaños pastaban los llanos del sur en invierno y las regiones montañosas norteñas en el verano, transitando de unos lugares a otros (trashumancia) con derecho de paso que estaban obligados a darles todos los pobladores y territorios que atravesaban, y de pasto en las comarcas de destino.

En resumen, La Mesta fue la organización de propietarios de la merina que desarrollaron la raza y controlaron las migraciones de ésta. Los tres grandes variedades de merina que desarrollaron fueron las llamadas Escurial Real, la Negretti y la Paula. Los machos reproductores de los Montarcos y Aguires darían más tarde la variedad merina Vermont.

Hasta el siglo XVIII la exportación de merinas de España era un crimen castigable con la muerte. En 1723 algunas se exportaron a Suecia, pero el primer consignador de Escuriales de España fue el rey Fernando VI a su primo el Príncipe Xavier Elector de Sajonia (Alemania, 1765). Otra exportación de Escuriales a Saxony se haría en 1774, a Hungría en 1775 y a Prusia en 1786. También en 1786, Louis XVI de Francia recibió 366 ovejas merinas, seleccionadas de 10 cabañas diferentes, y con ellas fundó el rebaño merino de la Granja Real de Rambouillet (más tarde conocida con merina Rambouillet).

En Inglaterra, Sir Joseph Banks se hizo con dos carneros y cuatro ovejas merinas españolas en 1787, a través de Portugal. Y en 1792 él mismo compró 40 merinas Negrettis para el Rey Jorge III, con las que se fundaría la cabaña real en Kew. En 1808 ya se importaron 2000 Paulas.

El Rey de España también dio algunas Escuriales al gobierno holandés en 1790, que irían a recriarse en la colonia holandesa de El Capotillo (Sudáftrica). En 1797 un militar inglés compra alguna merina a otro militar (o mediante otro militar) en Cape Town (la colonia holandesa de Sudáfrica) y las vendió nada más desembarcar en Sydney (Australia). En 1804 llegan a Australia siete carneros y una oveja de la cabaña del Rey Jorge III.

Para 1802 la región de Sajonia tiene ya una cabaña 4 millones de Saxon Merino Sheep. Sus machos reproductores llegan a ser los más famosos del mundo y la lana alemana era el más fina y apreciada..

En 1802, David Humphries, Embajador de Estados Unidos en España, Introdujo la merina Vermont en América del Norte, con una importación de 21 carneros y 70 ovejas de Portugal; y otra importación de 100 merinos del infantado en 1808. El diplomático William Jarvis importa unas 3500 ovejas entre 1809 y 1811, a través de Portugal.

Las guerras napoleónicas (1793-1813) casi destruyeron la industria de la merina española. La viejas cabañas de merinas fueron dispersadas o muertas. Después de 1810 la escena de la merina cambió a Alemania, los Estados Unidos y Australia. Por el año 1801 Australia tenía 33.818 ovejas. Macarther abrió el camino a la introducción de las Merinas Saxon en 1812. El primer gran crecimiento de la lana australiana ocurrió en 1813. Para 1830 la cabaña lanar australiana era de casi dos millones de cabezas merinas. 

Los hermanos de Peppin tomaron un camino diferente al conseguir ovejas que crecieron ya bajo las condiciones locales. Compraron otras 100 ovejas australianas engendradas en Cannally por un carnero Rambouillet importado. Los Peppin utilizaron merinas Saxon y Rambouillet Rams que importan en 1860. Uno de éstos ya produjo un vellón de 11.4 Kg. de lana.

La sequía de 1901-1903 reducido el número de ovejas australianas de 72 a 53 millones. En Australia hoy, los merinos Saxon de lana fina predominan en las áreas más húmedas. En las áreas más secas predomina la merina Collinsville.

 
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